LUIS ALFREDO GARAVITO
Colombiano conocido como La Bestia. Confesó haber asesinado a 147 personas cuyas edades oscilaban entre los 6 y 16 años. Decapitaba a sus víctimas y extraía sus genitales. Debería ser sentenciado a 1000 años de cárcel, pero la ley colombiana permite sólo 40 años que, gracias a su colaboración y buena conducta, podrían ser reducidos a 12-16 años. Esto seria un breve resumen de la vida activa en los asesinatos cometidos por este hombre, el cual, sin perjuicios ningunos se convirtió en uno de los asesinos en serie más prolíficos. Las victimas que tuvieron presencia en sus actos eran todos varones en edad de adolescencia y muchos niños también, algunos expertos señalan que sus víctimas pudieron llegar a 192. Recorrió unas cinco veces el país. Visitó sesenta y nueve municipios, en treinta y tres de los cuáles cometería sus crímenes. Llegó a inventar dos Fundaciones, una para ancianos y otra para menores, que le permitían dar charlas en escuelas y en otros lugares en donde podía estar cerca de niños. Garavito solía beber antes de atacar a sus víctimas y así procedía a cometer los actos mas atroces.
Adoraba manosear a sus jóvenes víctimas, pero también las golpeaba, les pateaba el pecho, la cara y el estómago; les saltaba encima, les pisoteaba las manos; a algunos les amputó dedos, les cortó las orejas e incluso los genitales; muchas veces mutiló, desmembró e incluso decapitó.
Origen de un monstruo.
Nació en Génova, (Colombia), el 25 de enero de 1957. Fue el mayor de siete hermanos y durante su infancia vivió la falta de afecto y el maltrato físico por parte de su padre. Según su testimonio, fue víctima de abuso sexual y golpes, no sólo de su padre, sino también de dos de sus vecinos que abusaron sexualmente de él durante años.
Garavito creció siendo un niño infeliz. Estudió hasta quinto grado de primaria y un día se marchó lejos de su familia. Trabajó como vendedor hasta que la bebida lo apartó de una vida social normal.
Llegó a convivir con dos mujeres a las que protegía como un marido celoso. Golpeaba a las dos con las que llegó a convivir en diferentes momentos pero, curiosamente, nunca le pegó a los hijos que cada una de ellas tenía, fruto de otras relaciones.Garavito creció siendo un niño infeliz. Estudió hasta quinto grado de primaria y un día se marchó lejos de su familia. Trabajó como vendedor hasta que la bebida lo apartó de una vida social normal.
Garavito inició su carrera criminal en 1992. Sus hechos eras todos iguales, primero recorría el lugar e identificaba su objetivo. Le gustaba que fueran agradables físicamente. Les ofrecía dinero y los invitaba a caminar a algún sitio despoblado. Cuando los niños se cansaban, los atacaba.
Luego sacaba una libreta y anotaba: fecha, lugar y rayas; una por cada niño muerto. En su casa, escondía los recortes de periódicos que hablaban de los niños que desaparecían, las revueltas policiales que nunca lograban desvelar lo ocurrido y el drama de las familias. También un calendario de pared o almanaque, donde iba señalando las fechas de sus crímenes.
En la desfigurada psiquis de Garavito, se había establecido la asociación entre el dolor ajeno y el placer propio. Descubrió que la intensidad de sus orgasmos aumentaba cuando aumentaba la violencia que sobre sus víctimas ejercía, debido a lo cual empezó a torturar a sus pequeñas víctimas. Fue entonces que intentó darle una explicación bíblica a sus actos, haciendo buscar no solo perdón y sino castigo para sus pecados.Revivía las escenas en que víctimas lo miraban con los ojos desorbitados por el dolor y el terror, no ya para traerle placer sino lágrimas que resbalaban por su rostro y luego, eran seguidas por risas por la evocación del gozo.
Captura y condena
Pese a que Garavito dio un nombre falso, la policía lo identificó gracias a sus huellas digitales. Lo interrogaron durante horas; cuando se vio acorralado por el fiscal que le interrogaba, Luis Alfredo Garavito cayó de rodillas, soltó el llanto, pidió perdón por lo que había hecho y dijo que iba a confesar.Sacó su pequeña libreta negra y detalló, uno a uno, todos sus crímenes.
Confesó ser el responsable de 172 crímenes cometidos contra niños y adolescentes en once departamentos del país, entre 1992 y 1998.
Confesó ser el responsable de 172 crímenes cometidos contra niños y adolescentes en once departamentos del país, entre 1992 y 1998.
Garavito se convertía así en el segundo asesino en serie más prolífico de la historia contemporánea.
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